
Intel prepara un ajuste laboral histórico que podría afectar a 21.000 trabajadores, casi la quinta parte de su plantilla. Ni la pujanza del negocio de los chips, de altísima demanda por la popularización de los mismos en todo tipo de dispositivos digitales, ni el efervescencia de la inteligencia artificial (IA), que exige una nueva generación de microprocesadores, parecen capaces de salvar a la compañía estadounidense de semejante tijeretazo en su organización. Y la situación resulta especialmente delicada en la multinacional ya que llueve sobre mojado en el icono de Silicon Valley (Santa Clara, California, EE.UU), una vez que el año pasado engrosaron las listas del desempleo cerca de 14.000 trabajadores de la misma corporación.
El anuncio de reducción de costes podría producirse durante la presentación de resultados trimestrales, del jueves 24 de abril, y responde a las directrices del nuevo CEO de la compañía, Lip Bu-Tan -nombrado el pasado 18 de marzo- e interesado en racionalizar la gestión, sanear el balance, reducir la burocracia y reforzar la cultura de ingeniería en detrimento de otras actividades, según informa la agencia Bloomberg. Precisamente esa pérdida masiva de talento de Intel, derivado de ajustes precedentes y la reducción de inversiones en Europa (incluido España), ha podido resentir al grupo en su competencia con gigantes del sector como Nvidia, AMD, Samsung o TSMC, entre otros.
Tras la reducción de puestos del año pasado, en su mayoría de departamentos administrativos y comerciales, Intel cuenta con 109.000 nóminas. Sólo en los cinco últimos años, Intel ha visto reducir el valor de sus acciones el 67%, con una posición actual parecida a la de principios de año, en los 19,51 dólares, pese a que mediados de febrero alcanzó los 27.39 dólares por acción, y muy lejos de los 68,26 dólares de hace justo cuatro años.
El pasado 15 de abril, Intel cedió el control de su negocio de semiconductores programables Altera, con la venta del 51% del capital de esa filial a la firma de capital riesgo Silver LAke, por un total de 4.350 millones de dólares. Precisamente, la transacción arrastró minusvalías para Intel una vez que esta compañía adquirió la empresa especializada en FPGA (field programmable gate arrays) por 16.700 millones de dólares en 2015.
Con vistas las cuentas que Intel desvelará este jueves, todo apunta a que los resultados de la compañía no se verán todavía afectados por la política arancelaria de Donald Trump, si bien este impacto podría hacerse evidente en los próximos meses, debido a las previsibles menores ventas lejos del mercado estadounidense.