
No es la primera vez que lo repito: en momentos como el actual, con un mercado desbordado por la emoción, es cuando la mente debe mantenerse más fría. La apertura de esta semana en el Ibex 35 lo ilustró perfectamente: un enorme hueco bajista que parecía presagiar el apocalipsis… para dos días después dar paso a un rebote al alza que hizo pensar a muchos que la tormenta ya había pasado, impulsándolos a comprar como si no hubiera un mañana.
¿Cuántas veces les he dicho ya que la apertura suele ser terreno de novatos, mientras que el cierre es el territorio de los profesionales? Quienes vendieron en pánico el lunes probablemente se quedaron con cara de circunstancias al ver la recuperación posterior. Y justo cuando parecía que el mercado se estabilizaba, el miércoles nos regaló el movimiento opuesto: una apertura eufórica, con un potente hueco al alza… que acabó desinflándose por el paso de las horas y las ventas.
Este vaivén no es más que el reflejo de un mercado gobernado por el ruido, por el miedo… y también por las bombas atómicas.
En la literatura japonesa de mercados, cuando los inversores se enfrentan a sesiones de altísima volatilidad y caídas explosivas, se utiliza con frecuencia el término bomba atómica para describir esos días donde reina el caos absoluto. Es una forma poética -aunque brutal- de reflejar lo que muchos sienten: como si estuvieran atrapados en una guerra de trincheras financieras, entre explosiones que sacuden los índices y obligan a buscar búnkers donde proteger el capital.
Y esa es exactamente la sensación que se vive ahora en Wall Street y en las bolsas mundiales. El más mínimo titular, el tuit más 'inocente' de Trump, cualquier declaración política puede actuar como una espoleta. Como si cada jornada pudiera convertirse en una nueva sacudida, un nuevo cráter en el gráfico.

Me quedo con el hecho de que en la última caída las principales bolsas estadounidenses perdieron zonas de soporte que nos advierten de que muy probablemente nos encontramos ante un mercado bajista que podría ser similar en proporciones al de 2022… o incluso al del crash pandémico de 2020.
Si eso sucede, como ya les he venido advirtiendo, podríamos ver al S&P 500 desplomarse hasta los 4.400/4.500 puntos y, en el peor de los escenarios, tocar los 4.000 enteros. En el caso del Nasdaq 100, los niveles de referencia bajan a la zona de los 14.000-14.900 puntos.
El rebote ha comenzado, pero no bajen la guardia
Ahora bien, no todo son tinieblas. Los mínimos vistos este lunes nos han marcado un suelo al menos temporal en las caídas, un punto de origen para un rebote que ya ha comenzado a desplegarse. Pero antes de lanzar las campanas al vuelo, hay una condición técnica que no podemos ignorar: solo si este rebote consigue superar el 61,8% de retroceso de Fibonacci de toda la caída desde los altos del año -que bauticé como el techo de Deepseek-, podré empezar a descartar el escenario de nuevas caídas que profundicen por debajo de los mínimos de esta semana.
Y lo digo con conocimiento de causa. Si volvemos la vista atrás y analizamos la tendencia bajista que nació en noviembre de 2021 y concluyó en octubre de 2022, veremos que el mercado protagonizó dos rebotes intermedios del 18% y el 25% en el Nasdaq 100… antes de volver a caer y marcar nuevos mínimos. Esto es exactamente lo que podría estar gestándose ahora: una tregua antes de una nueva detonación.
Por eso, ahora más que nunca, hay que hacer fotos, como siempre suelo decir. Observar y tomar nota de aquellos títulos que, en este rebote, logren superar el nivel de recuperación del 61,8% de Fibonacci de toda la caída. Esa fortaleza nos advertirá de que probablemente ya no perderán los mínimos vistos este lunes, que sí podremos considerar su suelo. Y esos serán los valores que habrá que comprar en una próxima caída. En cambio, los que no logren superar ese umbral, seguirán siendo candidatos a buscar nuevos mínimos.
Europa busca su búnker
Mientras tanto, en el viejo continente, el EuroStoxx 50 ha logrado rebotar con contundencia tras alcanzar la zona de los 4.545 puntos, justo en la tangencia con la directriz alcista que une los mínimos del Covid (2020) y de 2022. Esa línea es, a día de hoy, la auténtica trinchera del mercado europeo. Su pérdida abriría la puerta a un escenario de pánico similar al vivido hace dos años, con caídas adicionales hacia los 4.000/4.130 puntos.

De momento ha funcionado. Pero la verdadera batalla por confirmar la recuperación se librará cuando el EuroStoxx 50 ataque la zona de los 5.180/5.220 puntos: ahí se encuentra el 61,8% de toda la caída previa. Solo una ruptura clara de esa zona nos permitirá cantar victoria. Hasta entonces, el riesgo sigue sobre la mesa.
¿Y ahora qué?
En entornos como este, donde los movimientos son tan violentos que se sienten como explosiones nucleares, hay que actuar como francotiradores. Esperar pacientemente. No precipitarse. El mercado premia a quienes saben guardar la calma mientras otros pierden la cabeza. Ya llegará el momento de disparar, como el que tuvimos a comienzos de semana cuando les recomendé aprovechar las caídas para posicionarse en valores como Apple, ASML Holding, ASM International o AMD, después de ver cómo habían alcanzado niveles que copiaban la fase bajista de 2022. Esa fue mi forma de decirles, sin alarmas, pero con determinación, que no vendieran y no se dejaran arrastrar por el pánico.
Así que, si me preguntan qué hacer ahora, mi respuesta es simple: vigilen los niveles clave. Estén atentos a los retrocesos de Fibonacci. Si el mercado supera esas resistencias, tendremos más visibilidad. Si no, prepárense para otra sacudida.
Recuerden: en este juego de guerra emocional llamado mercado, solo sobreviven los que tienen nervios de acero… y un buen plan.
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