Redactor de elEconomista

La Reserva Federal ha cumplido con las expectativas de los mercados, manteniendo los tipos de interés estables en el rango del 4,25% al 4,50% por tercera reunión consecutiva. En el comunicado, el banco central ha advertido de que "los riesgos de un desempleo mayor y una inflación más alta", es decir, de estanflación, "han aumentado", lo que les obliga a actuar con mayor prudencia.

El plan de Arabia Saudí para recuperar el mercado de petróleo (recuperar cuota) ya está en marcha. No solo eso, ya se pueden divisar las primeras víctimas de esta estrategia. El líder de facto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha promovido un giro de timón en la estrategia del cártel: de los recortes de producción a la producción masiva. Este plan ha dado sus primeros pasos con los recientes anuncios del cártel en los que se ha propuesto incrementar la producción de crudo en 411.000 barriles diarios (tres veces más de lo previsto), un movimiento para deshacer años de recortes. La cuestión es que este movimiento llega en un momento en el que el mercado se encontraba ya bien abastecido gracias a todo el petróleo que bombea América (EEUU, Canadá, Guyana…). El resultado es un precio del petróleo que cae en picado y que se está llevando por delante a sus primeras víctimas: algunas petroleras de EEUU ya están echando el freno en la Cuenca Pérmica.

Arabia Saudí acaba de desenterrar el hacha de guerra, pero no para iniciar el lanzamiento de misiles o a una invasión a un país vecino; es otro tipo de guerra, económica, y en el que el arma son los grifos de petróleo, la que el reino saudí ha declarado en las últimas décadas en varias ocasiones. Se trata de una guerra de precios, un conflicto al que Arabia ya está acostumbrado, ya que son cinco los que se han sucedido en los últimos 40 años. Los rivales no han sido los mismos en todos los conflictos de los últimos años, pero el objetivo no ha cambiado: Arabia quiere forzar a que haya una caída de los precios para expulsar del mercado a los productores menos competitivos y lo hará a base de inundar el mundo con su petróleo.

Este miércoles la Reserva Federal se reúne por tercera vez en lo que va de año, un encuentro que llega, de nuevo, enmarcado por el ataque a la independencia del banco central por parte del presidente Donald Trump, y que, para los inversores, no dejará grandes titulares en esta ocasión. Los mercados tienen claro que no se van a recortar los tipos de interés en este encuentro, y esperan que la siguiente bajada en el precio del dinero se produzca en la reunión de julio, cuando ya habrá nuevas noticias sobre la política arancelaria de la Casa Blanca, al haber terminado la prórroga de 90 días de los aranceles que Trump anunció el 9 de abril. Las presiones de Trump continúan, pero todo apunta a que Powell se mantendrá impasible, una vez más, y que esperará a que se disipe la incertidumbre comercial, para bien o para mal, antes de tomar una decisión sobre los tipos.

Abril no ha sido un buen mes para los precios del petróleo, y todo apunta a que las caídas que ha experimentado el precio del barril van a continuar en los próximos meses. Los precios de la materia prima llevan años aguantando por encima de los 60 dólares el barril, en el caso del Brent europeo, pero lo han logrado gracias a los esfuerzos del principal cártel de productores del planeta, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), un grupo que ha mantenido la producción de crudo limitada en los últimos años para sostener los precios, pero que ya ha decidido dejar de lado esta estrategia.

La gran preocupación del Banco Central Europeo (BCE) a finales del año pasado ya no es tal. El incremento salarial, que amenazaba hace pocos meses con crear una espiral inflacionista de la que sería muy complicado salir, se ha moderado: si en febrero tocó mínimos no vistos desde antes de la última crisis inflacionista (2021), el último dato de previsiones para el resto del año que ha publicado el BCE confirma que ya se ha conseguido alcanzar la estabilidad de precios. El dato de salarios negociados se queda en una media del 3,1% para todo el año 2025, un porcentaje que encaja con el objetivo de inflación del BCE (2%) si se le suma el aumento previsto de la productividad en la zona euro, del 1%. Con el objetivo de inflación cumplido, según este indicador, el BCE tiene vía libre para seguir bajando tipos si quiere dar un impulso al crecimiento de la zona euro.

Del mismo modo que el Banco Central Europeo se enfrenta a la posibilidad de tener que llevar a cabo un sprint de recortes de tipos si la actividad económica se estanca, y si la inflación se lo permite, para la Reserva Federal cada vez hay más voces que apuntan a un escenario de bajadas de tipos continuas en los próximos meses, un proceso de recortes que tendrá que ser más rápido y prolongado que los del BCE en los próximos meses, y que, si se confirma, hace que el bono estadounidense sea una buena oportunidad de inversión en los niveles actuales.

La publicación del libro Beige de la Reserva Federal pone sobre la mesa el daño que está haciendo la política de la administración Trump en el mercado laboral estadounidense, tanto por la vía del aumento del desempleo, como por la de la escasez de oferta de mano de obra en algunos sectores. Las consecuencias de las políticas de la mueva administración están empezando a amenazar a la economía estadounidense, aunque el libro Beige deja claro que, hasta la fecha, “la actividad económica no ha cambiado mucho desde el último informe”. Esta última edición del documento incluye información de las distintas Reservas Federales hasta el día 14 de abril, por lo que incluye el impacto inicial de los aranceles, anunciados el 2 de abril.

Hace justo cinco años, en plena pandemia de Covid-19, se vivió uno de los días más extraños en la historia del petróleo. Los confinamientos que se decretaron a lo largo y ancho del mundo terminaron creando una situación sin precedentes en el mercado del crudo. La regulación estadounidense, combinada con una sobreoferta de petróleo nunca antes vista por el parón de la actividad mundial, y con algunos aspectos técnicos del mercado de materias primas de Nueva York, desataron una carambola que hizo que la cotización del barril West Texas, el de referencia en Estados Unidos, cotizase en precios negativos. La pandemia creó un precedente que no se ha vuelto a repetir, pero eso no significa que no pueda ocurrir de nuevo, si los astros del mercado vuelven a alinearse.

La actualidad en el frente arancelario no está pasando desapercibida para los gestores de fondos. Si en marzo ya se apreciaron las primeras señales de rechazo a los activos estadounidenses por el miedo a una guerra comercial, la encuesta a gestores de abril confirma una huida en desbandada en bolsa estadounidense, y un deterioro en sus perspectivas macro, que tiene pocos precedentes. El desarrollo de las políticas comerciales de la nueva administración Trump ha hundido a los gestores, y ya tienen las peores perspectivas de crecimiento a 12 meses de los últimos 30 años, además de esperar un aterrizaje duro de la economía estadounidense a corto plazo, recesión mundial, y un nuevo ataque inflacionista. Wall Street se ha convertido en el activo más infraponderado de las carteras y los encuestados creen que el oro, en primer lugar, y la liquidez, en segundo, serán los activos que mejor se comporten este año, un giro radical frente a su opinión en marzo.

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