Los fantasmas de la recesión vuelven a Alemania. La economía de la mayor potencia de la Eurozona se contrajo en el segundo trimestre del año, en línea con lo esperado por el consenso de analistas. En concreto, el producto interior bruto (PIB) germano cayó un 0,1% entre abril y junio respecto el trimestre anterior, según ha informado este miércoles el organismo estadístico del país (Destatis).
En términos anuales, la economía alemana se mantuvo plana (0,0%) en el segundo trimestre de este año. Con respecto al mismo trimestre del ejercicio previo, el crecimiento del PIB fue del 0,4%, según Destatis. La principal economía del euro ha lastrado el crecimiento de la zona euro, registrando un aumento del PIB del 0,2% en términos trimestrales.
Las contribuciones positivas al PIB de Alemania en el segundo trimestre vinieron sobre todo desde la demanda interna (en términos reales y ajustada por variaciones estacionales y de calendario). "En comparación con el primer trimestre, el gasto de consumo final de los hogares aumentó, junto con el gasto de consumo final del gobierno", explica el organismo germano en su comunicado de este miércoles.
También creció la inversión entre abril y junio. En cambio, la formación bruta de capital fijo en la construcción disminuyó. "El desarrollo del comercio exterior desaceleró el crecimiento económico porque las exportaciones registraron una disminución intertrimestral más fuerte que las importaciones", añade Destatis.
Por tanto, la principal causa de la caída de la economía alemana es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que daña el rendimiento de su potente sector exterior y de su industria manufacturera.
¿Habrá recesión?
El tropiezo del segundo trimestre se produce tras el incremento del 0,4% del primero. Cabe recordar que Alemania logró esquivar la recesión a finales de 2018. En el tercer trimestre del año pasado, su economía cayó un 0,2% (frente a la subida del 0,5% que vivió en el trimestre previo), pero cerró el año plano (0%), por lo que no sumó dos trimestres de caídas y, por tanto, no entró en recesión.
Pero ahora vuelve el peligro: si la economía de la mayor potencia de la zona del euro vuelve a contraerse entre julio y diciembre (es decir, el tercer trimestre), sí entrará esta vez en recesión, ya que sumará dos trimestres de decrecimiento.
"La economía alemana se tambalea al borde de la recesión", subraya Andrew Kenningham de Capital Economics, señalando que los exportadores se enfrentan a un impacto potencial aún mayor si la amenaza de salida de la UE por parte de Gran Bretaña realmente se materializara en 31 de octubre.
El informe del PIB de hoy marca "el final de una década dorada para la economía alemana", ha señalado Carsten Brzeski, economista jefe para Alemania de ING. "Los conflictos comerciales, la incertidumbre global y el sector automotriz finalmente han puesto a la economía alemana de rodillas", ha dicho Brzeski.
El Bundesbank ya alertó de la contracción
El Bundesbank ya había adelantado que durante este segundo trimestre el PIB se contraería y anticipaba un aumento del paro para los próximos meses aludiendo a la profunda crisis en el sector industrial. La primera economía del euro está siendo golpeada de lleno por la guerra comercial afectando a su pulmón, las exportaciones de bienes de consumo y de equipo.
Alrededor del 20% del PIB germano depende de la demanda exterior. La caída de la misma está provocando una profunda crisis en la industria, que es el sector más fuerte en el comercio exterior del país. En lo que va de año, las exportaciones acumulan una caída del 8%.
Lo peor para la economía germana no ha sido la confirmación del dato hoy sino que el próximo trimestre podría entrar oficialmente en recesión. Los datos que se van conociendo en julio y agosto no ofrecen mucho consuelo para esperar una remontada del PIB.
Recortes de beneficios en empresa, en empleo y ajuste de plantilla
El sector privado había advertido ya de la desaceleración. El índice de confianza empresarial del Instituto Ifo, un indicador de referencia, cayó en julio hasta los 95,7 puntos, su cuarto descenso consecutivo -aunque la tendencia bajista es palpable desde hace un año- y su peor registro desde abril de 2013. "La economía alemana atraviesa aguas turbulentas", resumió al presentar estos datos el presidente del instituto Ifo, Clemens Fuest.
Y ayer el índice de confianza ZEW de los inversores registró una caída comparable a la de las grandes crisis económicas de la historia reciente. El índice retrocedió a niveles de diciembre de 2011 y para muchos economistas es el canario en la mina de la economía germana. Cada vez que ha registrado hundimientos parecidos la economía ha entrado en recesión.
Hasta ahora la demanda interna y el sólido mercado de trabajo había mantenido a flote a la locomotora de Europa, mientras la industria se hunde a mínimos de 2012. Sin embargo, la crisis de las fábricas alemanas ya está comenzado a hacer mella al empleo. El número de parados en Alemania creció en julio en 59.200 personas hasta un total de 2.275 millones, registrando en peor julio de 2015. En términos desestacionalizados, el desempleo aumentó en 1.000 trabajadores hasta los 2.283 millones de personas, la cifra más elevada desde octubre de 2018.
Algunos expertos señalan que tarde temprano el consumo se verá afectado. Henkel, uno de los grandes productores del país de productos de limpieza y belleza y muy ligada a la evolución de los bolsillos de los alemanes, presentó ayer un recorte en las previsiones de ventas y alertó sobre este extremo.
No es el único que está anunciando recorte de beneficios y ajuste de plantillas. La industria automovilística, el primer sector industrial y exportador del país, está ya sintiendo el pinchazo. Las ventas de Mercedez-Benz, BMW y Audi han caído en lo que va de año con respecto a 2018. El grupo Volkswagen, que sí que aumentó su ganancia en el primer semestre, ha anunciado planes de ahorro y de reducción de personal.
Alemania es el país más exportador del mundo, el comercio representa el 86% del PIB. Y los automóviles son unas de las piezas clave. Anualmente, Alemania vende más de 200.000 millones en exportaciones del sector del automóvil.Pero el sector auto no está siendo el único. También el de productos químicos, con el profit warning de Basf.
Mientras el Banco Central Europeo (BCE) se prepara para sacar todo la artillería en septiembre ante el panorama desolador en Alemania y en el resto de la zona euro, la canciller alemana, Angela Merkel, mantiene la calma y no considera necesario preparar un paquete de medidas fiscales para contrarrestar los efectos de una desaceleración de la economía.
Sin embargo, los expertos no descartan que el impulso fiscal llegue más pronto que tarde. El Gobierno podría permitirse incurrir en un déficit del 1,5% del PIB y seguir manteniendo la deuda estabilizada sobre el 60% del PIB. "Algunos relajamientos fiscales parecen más probables de lo que muchos podrían pensar", señala Brzeski.
La presión sobre el Gobierno alemán para actuar aumentará. Pero la situación es muy distinta a 2008, cuando aplicó una política de aumento del gasto. "Hay problemas estructurales o al menos desafíos como en la digitalización, infraestructura o industria automotriz. Por lo tanto, Alemania necesita un paquete de estímulo de dos pilares: un estímulo a corto plazo y un aumento en el potencial de crecimiento a largo plazo", señala el experto.