Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Spain is different. Este tópico tan manido y un tanto vulgar es quizá una de las mejores definiciones cortas de lo que es España: diferente. La sociedad de cualquier otro país europeo que hubiera sufrido un apagón como el que atrapó a España la semana pasada, quizá, se habría comportado de forma muy diferente. Lo cierto es que el apagón en España tuvo un impacto que nadie habría previsto: los bares se llenaron de gente consumiendo bebida y comida, y los bazares y tiendas se llenaron de clientes que entre risas y nervios buscaban linternas, radios, velas... Todo esto, que es reflejo de la cultura y la alegría española, sumado a la mayor resiliencia psicológica que otorga haber pasado por la pandemia de covid y otros eventos como la borrasca Filomena y la DANA, ha tenido su impacto en el PIB, tanto el día del apagón como los posteriores (no todo el mundo pudo comprar todo lo que quería ese día), cuando los supermercados y los comercios realizaron parte de las ventas que no se pudieron realizar el 28 de abril, ya fuera por la falta de electricidad o por el desabastecimiento. Así, frente a los primeros análisis que hablaban de una caída de hasta 4.500 millones del PIB, ahora este impacto se reduce sobremanera y, quizá, el día que haya datos certeros incluso desaparezca, pero para ello habrá que esperar.

Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, los mercados financieros se han enfrentado a una volatilidad inusitada que ha llegado a generar cierto pánico y caos en ciertos momentos. En algunas sesiones daba la sensación de que el mundo, tal y como lo conocemos hoy, iba a terminar de la noche a la mañana. Parecía que el fin de EEUU como hegemón (y el dólar) y la irrupción de otra nueva potencia (probablemente China) estaba a la vuelta de la esquina. Este sentimiento llevó a que los inversores vendieran a toda prisa sus activos denominados en dólares (una suerte de fuga de capital), mientras que la divisa que lleva décadas reinando en los mercados no paraba de depreciarse contra sus pares. La percepción de que un cambio rápido, abrupto y disruptivo estaba a la vuelta de la esquina era una tendencia casi dominante que todavía hoy se puede respirar.

Una serie de acontecimientos que hasta hace unos meses sonaban a ciencia ficción se han alineado para colocar a Europa y, en concreto, a España en una posición envidiable en los mercados internacionales. Alto crecimiento económico, creación de empleo, inflación contenida, inversión al alza, una moneda fuerte y... Ahora un barril de petróleo a la baja son los ingredientes (los astros se han alineado) que se presentan ante la economía española para este 2025. Un cóctel que promete combustionar el crecimiento este año y que será difícil volver a repetir en el futuro.

La caída en picado de los precios del petróleo ya se ha cobrado su primera víctima. El desplome del crudo ha empezado a hacer mella en el frackig de EEUU, el gran rival de Arabia Saudí. Varias empresas de la Cuenca Pérmica ya han anunciado que van a recortar sus inversiones. Esto parece lógico. Sin embargo, algo más sorprendente es que la segunda víctima podría haber caído también, lo que demostraría que el plan de Arabia Saudí estaría saliendo casi a la perfección, al menos por ahora. Kazajistán se había negado a cumplir con las cuotas de producción de la OPEP+. El país estaba actuando por libre pese a pertenecer al cártel, lo que enfureció a Arabia Saudí y sus mayores aliados, que anunciaron como represalia dos drásticos aumentos de la producción de crudo para mayo y junio, poniendo el mercado de petróleo patas arriba (llevando al Brent a mínimos de 2021). El objetivo de Riad era mostrar a Kazajistán quién manda en el cártel y quién puede producir petróleo a menores costes. Al mismo tiempo, la estrategia sirva para 'limpiar' parte de la competencia, sobre todo la menos productiva. En unas pocas semanas, parece que ambos objetivos han comenzado a cumplirse.

Durante años, el relato económico de Europa se escribió desde el norte, con Alemania marcando el paso y los países del sur bajo la sombra de la sospecha y las cadenas de la austeridad. Pero hoy, el guion ha cambiado. En un giro que roza lo poético, son precisamente las economías del sur las que crecen con más fuerza, mientras el motor alemán pierde fuelle y el corazón industrial de Europa se atasca. España, Portugal, Grecia e Italia (también Irlanda aunque no es un país del Mediterráneo) se han convertido en protagonistas de aquella periferia denostada durante la crisis del euro (los apodados con cierta sorna como PIGS), que han vuelto al centro del escenario económico, no como problema, sino como referencia y motor de crecimiento de la eurozona. Y lo que comenzó como un rebote cíclico tras la pandemia empieza a consolidarse como una nueva normalidad, con tintes estructurales que podrían perdurar más de lo que se había previsto en un principio.

El plan de Arabia Saudí para recuperar el mercado de petróleo (recuperar cuota) ya está en marcha. No solo eso, ya se pueden divisar las primeras víctimas de esta estrategia. El líder de facto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha promovido un giro de timón en la estrategia del cártel: de los recortes de producción a la producción masiva. Este plan ha dado sus primeros pasos con los recientes anuncios del cártel en los que se ha propuesto incrementar la producción de crudo en 411.000 barriles diarios (tres veces más de lo previsto), un movimiento para deshacer años de recortes. La cuestión es que este movimiento llega en un momento en el que el mercado se encontraba ya bien abastecido gracias a todo el petróleo que bombea América (EEUU, Canadá, Guyana…). El resultado es un precio del petróleo que cae en picado y que se está llevando por delante a sus primeras víctimas: algunas petroleras de EEUU ya están echando el freno en la Cuenca Pérmica.

La economía de España acumula ya más de tres años creciendo a un ritmo muy superior que el del resto de la Unión Europea. Pese a que el PIB se ha expandido con mayor intensidad, el PIB per cápita, un indicador que refleja mejor el bienestar de la población, no ha logrado despegar 2024. Esto se debe a que la mayor parte del crecimiento económico del país ha sido producto de un aumento de los factores de producción (crecimiento extensivo), pero no de una mejora de la eficiencia y la productividad (crecimiento intensivo). Sin embargo, la expansión económica en 2024 fue de tal intensidad gracias a la potente generación de empleo y el auge del turismo, que este boom del PIB agregado ha terminado 'goteando' al PIB per cápita, lo que ha permitido que España recupere dos puestos en la clasificación de europea de este indicador para volver al top 15. España ha logrado rebasar en PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (elimina la distorsión que generan los precios) a Eslovenia y la República Checa, dos países que en 2023 estaban por delante.

La OPEP ha pisado el acelerador. Lejos de ser un giro temporal al incremento petrolero de abril, le ha seguido otro más con un claro mensaje de Arabia Saudí: no está de farol y está dispuesto a inundar el mundo en crudo para evitar que los 'gorrones del petróleo' sigan incumpliendo las normas. Todo esto en un contexto en el que la baja demanda ha hecho claudicar a la alianza y reconocer que tras más de un año de una histórica restricción toca volver a producir como nunca. Este giro no solo ha provocado potentes caídas en el precio del barril, que han llegado a superar el 4% por momentos este lunes, sino que han hecho estallar todas las previsiones y los mercados se preparan para un horizonte de precios mucho más bajos de lo que creían hasta el momento.

Si hay una postura o actitud que de verdad aterra al mercado de petróleo (a los que apuestan por unos precios al alza) es la que ha mostrado hace escasos días Arabia Saudí, que puede resumir en la siguiente frase pronunciada por una fuente del reino: "Podemos convivir con un periodo de precios del petróleo bajos por mucho tiempo". Riad se ha cansado de asumir la mayor parte (en términos relativos y absolutos) de los recortes de la producción de petróleo. Estos recortes han mantenido el precio del crudo por encima de los 70 dólares durante los últimos años, un precio que ha sido aprovechado por supuestos aliados de Riad para producir más crudo (saltarse los acuerdos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia, más conocida como la OPEP+ por sus siglas) y aumentar sus ingresos. Ahora, Riad, que puede producir crudo a un coste muy bajo, ha dado un giro de 180 grados a su estrategia para abrir los grifos del crudo al máximo con un doble objetivo: castigar a los países incumplidores (que tendrán que resistir un periodo de bajos precios del crudo) y ganar cuota de mercado en detrimento de los productores de América.

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