OpenAI se ha pegado un tiro en el pie con la destitución de Altman, que ha dado lugar a cuatro días de infarto en los que la compañía de ChatGPT se está jugando su trono en la industria, sus clientes y su valoración de 86.000 millones de dólares. Microsoft se perfila como la gran beneficiada de esta crisis que, en última instancia, puede generar una transformación en la cadena de valor de la inteligencia artificial (IA).
La crisis de OpenAI empezó el viernes y, lejos de resolverse, se ha agravado con el paso de los días. La junta decidió el 17 de noviembre el cese de Sam Altman, el fundador y consejero delegado de la firma, una decisión que está trastocando la industria de la IA. Microsoft aprovechó el revuelo para fichar al emprendedor, ofreciéndole liderar su división de IA, junto a Greg Brockman, también fundador y expresidente de OpenAI, que dimitió tras la marcha de su colega.
Sus salidas han provocado un motín en la de IA y el 95% de los trabajadores amenaza con seguir los pasos de Altman y Brockman, abandonando la empresa por Microsoft, si no se ofrece a ambos volver a sus puestos anteriores. Otra cuestión es si los fundadores de ChatGPT ahora están dispuestos a dar marcha atrás y a renunciar a su nuevo empleo en Microsoft, una de las empresas más valiosas del mundo.
Como el futuro de OpenAI es incierto, la valoración de la firma ya se ha visto perjudicada por el escándalo. "Estos acontecimientos son un importante revés para OpenAI, cuya valoración está ahora bastante por debajo de los 86.000 millones de dólares, ya que ha perdido a sus empleados clave", explica Luca Menozzi, analista del banco suizo Julius Baer.
Precisamente, la empresa estaba inmersa en una oferta de venta de participaciones para que los empleados y antiguos trabajadores vendan sus acciones, y esta operación es la que ha dado la última valoración de la compañía en los 86.000 millones de dólares. Sin embargo, ahora ese proceso, que estaba llevando a cabo la firma Thrive Capital, está rodeado de confusión por la incertidumbre en OpenAI, según información de PitchBook, una consultora especializada en mercados de capitales. Es lógico que los interesados en entrar en la compañía tengan dudas o se replanteen su valor, ya que la situación ha cambiado radicalmente en solo cuatro días.
Además, el cambio de rumbo de la reina de la IA también compromete a un inversor clave, Microsoft. El gigante tecnológico es uno de los grandes dueños de OpenAI, con el 49% de la compañía. Ahora, podría perder su "apoyo incondicional" y la de Redmond podría desvíar los recursos que iba a darle para llevarlos a su nueva división de IA liderada por Altman, apunta Menozzi. Además de regar a la de ChatGPT de dinero, le proporcionaba infraestructura como sus centros de datos y otros recursos computacionales, que ahora están en juego de cara al futuro.
La empresa de Satya Nadella anunció en enero la inversión de 10.000 millones de dólares en OpenAI, un dinero que iría metiendo en la compañía a lo largo de los meses. Parte de esos fondos ahora pueden estar también en peligro.
A todo ello hay que sumarle que el apetito inversor por OpenAI ha pasado de 100 a 0, según el análisis de PitchBook. Empresas como Caplight o Rainmaker, que permiten la negocación de participaciones de compañías no cotizadas en el mercado secundario, han constatado este giro. Mientras que sus clientes han pasado de tener un interés descomunal por entrar en la de ChatGPT, la demanda por hacerse un hueco en la misma ha quedado paralizada.
Los distintos dueños de OpenAI venden parte de sus posiciones en paquetes y estas se negocian en plataformas como las mencionadas, a través de vehículos tipo SPACs. "Los posibles inversores secundarios se han echado atrás hasta que se vea a dónde va esta situación", señala Javier Avalos, el consejero delegado de Caplight, en el análisis de la consultora.
Por otra parte, la empresa de IA se juega sus clientes. Según el medio especializado en tecnología The Information, sus usuarios están considerando suscribirse a otros competidores, como Anthropic, Microsoft o Google. Cabe recordar que los clientes de ChatGPT no son únicamente individuos, sino grandes empresas que pagan la suscripción de pago.
"En general, creemos que estos eventos son un importante revés para OpenAI, mientras que tendrán un impacto dispar en la cadena de valor de la inteligencia artificial", valora Julius Baer.
Microsoft, la gran ganadora
Aunque de momento es pronto para ver en qué medida esta crisis puede transformar la industria, la clara ganadora está siendo Microsoft. Por un lado, la gran tecnológica se ha hecho con dos pilares de la de ChatGPT, sus fundadores. Además, si se produce una fuga de talento, la tecnológica podrá incorporar cargos clave a la división de IA que dirigirá Altman.
En la red social X ha circulado la broma de que Satya Nadella ha comprado OpenAI por cero dólares. Se refieren a que la empresa puede hacerse con sus activos, los trabajadores, sin tener que plantear una oferta de compra, ya que esto ha surgido gracias a la crisis en OpenAI.
Desde luego, si no se resuelve la situación, Microsoft será una de las grandes ganadoras. Además de incorporar el talento, lo lógico es que acabase destinando los recursos que iba a dar a OpenAI a su propia división de IA y que dejara de dar ese apoyo fuera, a la que es su principal competidora.
Todo depende de cómo termine el órdago de los trabajadores de OpenAI, si consiguen que vuelvan Altman y Brockman. En todo caso, esa decisión también será personal y, al menos, hace horas el exCEO no parecía contemplarla, ya que ya hablaba como empleado de Microsoft. "La mayor prioridad de Satya y mía es que OpenAI siga prosperando. Estamos comprometidos a dar continuidad a las operaciones para nuestros socios y clientes", decía en X, sin mostrar ninguna intención de volver a su antiguo puesto. Sin embargo, esta tarde, Bloomberg afirma que el emprendedor está negociando con Adam D'Angelo, miembro de la junta, su posible regreso a la firma que fundó y parece que ahora todos los escenarios están abiertos.
Pese al compromiso que ha mostrado Altman con el negocio que creó, el tiempo es que el decidirá sobre la alianza de Microsoft y OpenAI. El tiro en el pie que se ha pegado la de ChatGPT puede acabar muy mal, sin la cabeza del proyecto, el equipo y el apoyo de los inversores. Si se quedan sin sus principales activos, a nadie, ni siquiera a la de Redmond le compensaría tener un papel clave en la firma.
El drama se ha seguido en la bolsa y los accionistas ya han dado por ganadora a Microsoft. Ayer lunes cerró en los 377,4 dólares por título, un nuevo máximo histórico.
Por otra parte, la salida de Altman es una pugna por el desarrollo de la IA. Según la junta, de la que no forma parte Microsoft, perdieron la confianza en su CEO, ya que quiere avanzar a toda velocidad en el despliegue de esta tecnología, con los riesgos que entraña, mientras que ellos defienden una versión más conservadora y menos agresiva. Es el choque de dos visiones.