
La guerra arancelaria que Donald Trump ha declarado al mundo ha destrozado las rentabilidades conseguidas hasta ahora por los inversores en el primer trimestre del año. Se desconoce en qué se materializará -todavía hay más preguntas que respuestas- y, por tanto, se desconoce también el impacto real que tendrá en la economía. Pero su anuncio ha sido suficiente para que la volatilidad -esa gran aliada a la hora de construir carteras, y que a su vez tanto asusta a determinados perfiles de inversor- regrese al mercado y lo agite con fuerza. "Estamos en un momento de reevaluación rápida, pero mesurada, del binomio riesgo-recompensa en las diferentes clases de activos", reconoce Niamh Brodie-Machura, Co-CIO de renta variable de Fidelity, donde recomiendan obrar con cautela a quien se plantee incorporar riesgo. Pero lo cierto es que, con las estimaciones de los analistas en la mano, la recompensa por invertir en bolsa ya es casi el doble que la de comprar bonos. Algo que no sucedía desde 2022, un año nefasto para la bolsa que estuvo marcado por la invasión de Rusia a Ucrania y por una inflación descontrolada.
El menor atractivo de la renta fija es una de las muchas consecuencias de la política monetaria de los bancos centrales, ahora inmersos en un ciclo de bajada de tipos. La explicación es que los mercados de deuda tienen una relación directa con la evolución de los tipos de interés. Sus movimientos influyen en los rendimientos que ofrecen los bonos y, a grandes rasgos, lo que ocurre cuando el precio del dinero cae es que el precio de los bonos sube y, por tanto, sus rentabilidades bajan. Por ejemplo, antes de que el Banco Central Europeo (BCE) empezase a recortar los tipos, en junio del año pasado, la expectativa de rentabilidad de una cartera de bonos globales alcanzaba el 4%. Esta cifra se ha ido desinflando progresivamente, a medida que la institución capitaneada por Christine Lagarde ha ido ajustando el precio del dinero. Hoy, la expectativa de rentabilidad para este activo se ha moderado ya hasta el 3,6% (y llegó a ser incluso más baja hace unas semanas). Ese 3,6% es la previsión de ganancia del índice de renta fija global de Bloomberg y Barclays.
Por contra, la teoría dice que la gran beneficiada de que bajen los tipos es la bolsa, puesto que los recortes suelen tener un efecto positivo en la renta variable. El hecho de que las empresas pueden financiarse más barato y aumentar sus beneficios impulsa la valoración de sus acciones. Pero aunque esto sea música para los oídos, en la práctica influyen muchos otros factores y ahora hay que incluir también el impacto que tendrá la batalla arancelaria, pausada por la administración Trump durante los tres próximos meses. Gigantes como Bank of America calculan un impacto de 9 puntos en el crecimiento de los BPA del S&P 500 por culpa de los aranceles. Pero si se tienen en cuenta las estimaciones de la media de bancos de inversión recogida por Bloomberg, la expectativa de rentabilidad de la bolsa global resiste en el 6,1% -es más, con respecto a los años anteriores esta cifra ha subido, puesto que no llegaba a este umbral ni en 2023 ni en 2024-. Para calcular ese 6,1% se ha tenido en cuenta la estimación de beneficios para este año del S&P 500 y del Stoxx 600. Ese 6,1% implica que la bolsa pagará, a priori, 250 puntos porcentuales más que una cartera de bonos también globales.
De los dos mercados, la bolsa europea es la que ofrece una expectativa de rentabilidad más elevada, del 7,33%, frente al 5% de la estadounidense. "El ataque frontal de la Administración Trump al comercio mundial no perdonará a Europa. Pero la principal víctima podría ser la bolsa estadounidense, entre otras cosas, por la elevada brecha de valoración entre Estados Unidos y Europa. Esto, junto a la reforma de la deuda alemana, hace que la renta variable europea sea relativamente interesante", indican en DWS. En la misma línea, Marcus Poppe, gestor de carteras de DWS, señala que hay grandes posibilidades de que los valores europeos sigan superando a sus homólogos estadounidenses a largo plazo. Después de dar la espalda a Europa durante bastante tiempo, los inversores internacionales han empezado a fijarse de nuevo en esta región. "Se está produciendo un cambio de paradigma", afirma Poppe.
¿Qué ha pasado en los últimos 125 años?
A pesar de la falta de visibilidad, "creemos que los inversores deberían seguir manteniendo sus ponderaciones estratégicas en renta variable y aprovechar la fragilidad del mercado para exponerse a valores de calidad, que ahora ofrecen mejores valoraciones en todas las regiones", opinan desde Lombard Odier. A largo plazo y a pesar de los últimos vaivenes, la bolsa es el activo más rentable. Lo han cuantificado múltiples estudios a lo largo de la historia. El que hace cada año UBS sobre la rentabilidad de los activos refleja cómo la bolsa mundial ha ofrecido una rentabilidad real (es decir, una vez descontado el efecto de la inflación) más alta que los bonos en los últimos 125 años. Analiza el periodo comprendido entre 1900 y 2024 y concluye que la renta variable mundial ha ofrecido una rentabilidad real anualizada del 5,2% frente al 1,7% de los bonos.
"El mercado de valores tiene un enorme poder para ayudar a hacer crecer la riqueza a largo plazo, pero la volatilidad a corto plazo y el riesgo de caídas son el peaje que hay que pagar", señala Duncan Lamont, CFA, director de investigación estratégica de Schroders. La decisión de qué hacer "es algo personal y sólo tú sabes lo que es correcto para ti y o tus clientes. No hay dos personas o circunstancias idénticas", continúa, "no obstante, en muchos casos, la respuesta correcta será probablemente mantener la calma y ceñirse a tu plan. Como ocurre con todas las inversiones, el pasado no es necesariamente una guía para el futuro, pero la historia sugiere que los inversores habrían salido perdiendo considerablemente si hubieran respondido al riesgo bursátil con reacciones precipitadas en caliente", concluye.
Trump 'destroza' las rentabilidades
Tras los bandazos que se han producido en el mercado en las últimas semanas, a raíz de la crisis arancelaria, las ganancias conseguidas por todos los perfiles de inversor en el primer trimestre del año se han esfumado. Ahora las carteras arrojan pérdidas, de media, si se tiene en cuenta la rentabilidad obtenida por los diferentes tipos de fondos mixtos en lo que va de año, según datos de Morningstar.
Es una fotografía muy distinta a la que había unos días antes de que terminase marzo, cuando la calma aún reinaba en el mercado. Aunque a cierre de mes las rentabilidades se diluyeron ligeramente (ver gráfico),los inversores con una exposición a bolsa del 100% llegaron a ganar un 3,22%; los flexibles (que invierten hasta un 80% en bolsa), un 2,85%; los moderados (con carteras que son mitad bolsa, mitad renta fija), un 2,62%; y los conservadores, que destinan casi toda su inversión a la renta fija, un 0,83%. Tan sólo unos días más tarde, a cierre de marzo, estas rentabilidades ya eran menores pero aún positivas. Pero el golpe de Trump, en el Día de la Liberación, voló por los aires todo lo cosechado hasta la fecha.
Según los últimos datos disponibles en Morningstar, las carteras más arriesgadas han sido las más damnificadas, puesto que ahora asumen pérdidas medias del 4,6%. En el caso de las moderadas y las flexibles, los números rojos superan ligeramente el 2,6%. E incluso los inversores más cautos, que por definición no están dispuestos a asumir riesgo y representan el tipo de inversor más habitual en España, han incurrido en pérdidas del 1,5%.
Después de dos años consecutivos en los que los más conservadores han obtenido rentabilidades positivas, el ciclo de bajada de tipos en el que estamos inmersos ha favorecido que los inversores conservadores se quedasen rezagados respecto al resto. Tampoco ayudó el anuncio de que Alemania destinaría 500.000 millones de euros a infraestructuras en doce años, ni la expectativa de que inunde el mercado con deuda. Pero todo lo acontecido con Trump después, en las últimas semanas, ha provocado que el dinero se haya movido claramente hacia la deuda europea mientras el mercado se inclina, también, hacia una aceleración de los recortes de tipos de interés ante el riesgo que supone la guerra comercial para el crecimiento de la economía. De hecho, según la última encuesta a gestores realizada por Bank of America, el 80% de los profesionales que han participado cree que el mayor riesgo al que se enfrenta ahora el mercado es que se produzca una recesión global provocada por una guerra comercial, frente al 55% del mes pasado.
De este modo, el índice Bloomberg Euro Aggregate, que refleja el comportamiento de una cesta de bonos en euros, tanto corporativos como soberanos, con grado de inversión, que llegó a perder casi un 2% sólo en marzo, ahora está prácticamente plano, con un tímido avance del 0,03%, que sigue muy lejos del 4,4% que repunta la deuda global.