Energía

La OPEP no puede taponar el inmenso chorro de petróleo que mana de Kazajistán: "Esta vez es diferente"

La Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia (OPEP+) se ha enfrentado en los últimos años a un duro y correoso rival: el fracking de EEUU y su producción de shale oil. Esta guerra entre el fracking y la OPEP+ es una contienda que todo el mundo conoce y que está de forma permanente en la agenda de la OPEP+. Con lo que no contaba el cártel, probablemente, es con que un país desconocido (de segunda o tercera línea) hasta hace cuatro días en el mercado de crudo fuera el que iba a poner contra las cuerdas a la todo poderosa Arabia Saudí y sus aliados. La OPEP+ está siendo incapaz de taponar el inmenso chorro de petróleo brota de Kazajistán, un chorro que inyecta cada día 1,8 millones de barriles de crudo al mercado, frente a los 1,4 millones que le había impuesto de cuota el cártel. Aunque Kazajistán intentó en la jornada del martes y el miércoles calmar las tensiones, asegurando que están totalmente comprometidos con la OPEP+, cada vez son más los expertos que creen que nos dirigimos hacia una guerra de precios del petróleo porque Astaná no va a reducir su bombeo de crudo. Las palabras de compromiso con la OPEP+ serán aplastadas por los hechos.

Esta es la opinión de Javier Blas, columnista de Bloomberg y una de las voces más autorizadas en el mundo del petróleo. En su última pieza publicada en el medio americano, advierte de que "las cuatro palabras más peligrosas en finanzas son 'esta vez es diferente'. La historia sugiere que cuando Arabia Saudí lanza una guerra de precios contra uno de sus aliados de la OPEP+, finalmente logra su cometido, pero esta vez realmente será diferente", advierte este experto en referencia al fuerte incremento de la producción anunciado por el cártel para intentar 'ahogar' las finanzas de Kazajistán.

Este experto señala que la presión que está ejerciendo Riad sobre Kazajistán para que cumpla con su cuota de producción de petróleo de la OPEP+ está condenada al fracaso. "Aparentemente, Riad intenta restablecer la disciplina entre los productores deshonestos; Kazajistán y varios otros están incumpliendo sus objetivos de producción. Para obligarlos a ceder, el reino está votando en las reuniones de la OPEP+ para aumentar la producción del grupo más rápido de lo previsto, con la esperanza de que la consiguiente caída de precios obligue a los alborotadores a alinearse. En la jerga de la OPEP+, los saudíes intentan hacerles sudar la gota gorda a los kazajos", explica Blas.

El columnista de Bloomberg explica que aunque la estrategia de la OPEP+ (inundar el mercado para tirar los precios del crudo y forzar a Kazajistán a volver al redil del cártel) está funcionando en los números, esto no quiere decir que Astaná vaya a volver tan pronto a seguir las órdenes de Riad. En el pasado, cuando Arabia Saudí inició una guerra de precios, todos los países terminaron obedeciendo al 'rey mundial del crudo', pero esta vez hay matices que Blas logra desgranar de forma clara. Por un lado, aunque la estrategia de la OPEP+ ya ha provocado un desplome del precio del crudo casi el 19% desde enero, Kazajistán no está recortando la producción para cumplir con su cuota de la OPEP+. ¿Por qué sigue produciendo crudo a toda velocidad? Blas explica que Astaná tiene dos fuertes motivaciones para seguir extrayendo: Kazajistán quiere ganar cuota de mercado para ingresar más dólares y su visión del petróleo es de muy largo plazo, por lo que ha pedido ayuda a grandes empresas internacionales para desarrollar todo su petróleo.

Más y más petróleo

Blas semana que ahora mismo Kazajistán "necesita los ingresos y está negociando con compañías petroleras internacionales, planes de inversión que determinarán el desarrollo económico del país desde ahora hasta mediados de siglo. Primero, los cálculos. Gracias a la inversión de 48.000 millones de dólares de su megacampo petrolífero de Tengiz, Kazajistán extraerá un promedio de 300.000 barriles diarios más en 2025 que en 2024, con una producción anual de crudo de 1,8 millones de barriles diarios este año. Esos barriles adicionales pueden compensar una fuerte caída de precios. En resumen, Kazajistán no se preocupa", asegura Blas.

Según los cálculos del propio Javier Blas, si el precio del Brent se mantiene cerca de los 62 dólares por barril durante lo que resta del año, los ingresos brutos petroleros de Kazajistán disminuirían solo un 2% en comparación con el año pasado; una caída a 60 dólares los reduciría en un 4%. Incluso si el Brent cotizara a 50 dólares hasta diciembre, la consiguiente caída del 12% en los ingresos anuales no es suficiente para persuadir al gobierno de Astaná a cambiar de rumbo. Kazajistán ya ha aprovechado los beneficios de la subida de precios a principios de este año: el crudo Brent promedió alrededor de los 75 dólares durante el primer trimestre. "Los ingresos petroleros de Kazajistán son resilientes", señala este experto en su columna de Bloomberg.

Gracias a una mayor producción, Kazajistán sufrirá pérdidas de ingresos moderadas en comparación con 2024, incluso si los precios del petróleo se mantuvieran bajos durante el resto del año. Si los precios del petróleo se mantienen en los niveles actuales durante el resto del año, Kazajistán sufrirá pérdidas mínimas.

El petróleo debería caer a los 40 dólares

De este modo, lo único que podría llevar a Astaná a dar marcha atrás en sus planes es una caída extrema de los precios del crudo que generasen unas pérdidas imposibles de compensar con una mayor producción de crudo, pero para que eso suceda tendríamos que ver "unos precios del crudo mucho más bajos, de, digamos, 40 dólares hasta finales de este año, que sí podrían tener un impacto suficiente como para que Kazajistán reconsidere su política de producción; sin embargo, eso también ejercería una presión extraordinaria sobre el presupuesto saudí. Hasta el momento, hay pocos indicios de que el reino, que ya estaba acumulando deuda incluso antes de la reciente caída de los precios del crudo, esté preparado para desplomar el mercado lo suficiente como para someter a Kazajistán", asegura Blas.

El otro motivo por el que Kazajistán no cede es su relación con las grandes petroleras y las fuertes inversiones realizadas en el enorme yacimiento de petróleo de Tengiz, que se ha convertido en la joya de la corona del país, produciendo algunos meses más del 50% de todo el petróleo que sale de Kazajistán. Astaná depende ahora de Exxon Mobil, Shell, TotalEnergies y ENI para desarrollar y expandir los tres megacampos petrolíferos que constituyen la columna vertebral de su industria petrolera. Las empresas extranjeras han invertido decenas de miles de millones de dólares; si Astaná obligara a estas firmas a reducir la producción, probablemente se resistirían a realizar nuevas inversiones. Pero Kazajistán necesita ese gasto y esa tecnología para seguir expandiendo la producción.

"Más allá de las petroleras occidentales, el resto de la industria kazaja está dominada por la estatal KazMunayGas, junto con grupos privados chinos, rusos y nacionales. En su mayoría, operan yacimientos más pequeños y considerablemente más antiguos. Reducir la producción allí es también complicado por los intereses locales creados y por el hecho de que los recortes de producción podrían ser imposibles de revertir debido a la antigüedad de los yacimientos petrolíferos; por ejemplo, nunca se recuperaron de los cierres impuestos durante la pandemia de covid-19", sentencia Jorge Blas.

Por todo ello, esta vez puede ser diferente. "La presión de Arabia Saudí llega en un momento delicado para Astaná y las petroleras extranjeras que operan allí... Por lo tanto, lo más probable es que Kazajistán se limite a hablar de boquilla (como ha hecho esta semana) sobre los objetivos de la OPEP+. Se esperan más declaraciones de Astaná, reiterando en público su disposición a cooperar con el cártel, mientras que en privado hace lo contrario, bombeando mucho más de lo que le corresponde. Para los saudíes, esta vez podría ser realmente diferente", culmina Jorge Blas.

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