Economía

El pequeño salto en el PIB alemán no disipa el miedo a una histórica recesión de tres años

  • La economía germana logró crecer un 0,2% entre enero y marzo
  • Buen dato tras el -0,2% anterior, pero previo al 'arancelazo' de Trump
  • La incertidumbre comercial puede opacar el ambicioso estímulo fiscal
Imagen: Alamy

No es fácil poner el punto y final a la era del gran estancamiento en Alemania. La tradicional locomotora económica de Europa sigue renqueante en el 'nuevo mundo' posterior a la pandemia y el regreso del crecimiento se está convirtiendo en una eterna espera. El pequeño salto dato por el producto interior bruto (PIB) real en el primer trimestre de 2025 es una buena noticia dentro del negativo estado de la cuestión en el país, pero no disipa el gran miedo imperante en la principal economía continental: un tercer año consecutivo de contracción económica (en 2023 'encogió' un 0,3% y en 2024 un 0,2%, algo no visto desde los primeros 2000). Tres años seguidos de recesión, aunque sea de poca profundidad, es un hito histórico y demasiada losa para una economía acostumbrada a las alabanzas hasta hace no tanto. Los efusivos titulares del aluvión de gasto y estímulo del nuevo gobierno pueden quedar en papel mojado ante el incierto contexto global, con una guerra comercial a escala mundial desplegada desde EEUU y especialmente lesiva para la máquina exportadora germana.

Según el informe preliminar publicado este miércoles por Destatis, el órgano estadístico federal alemán, el PIB avanzó un 0,2% intertrimestral entre enero y marzo tras el -0,2% del último trimestre del año pasado. Este dato permite a la economía salvar el match ball de la recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción) y, además, trae la buena noticia, según el limitadísimo desglose de la agencia estadística, de que tanto el gasto en consumo final de los hogares como la formación de capital fueron superiores a los del trimestre anterior. No obstante, la caída del 0,2% el PIB en tasa interanual evidencia que sigue la economía alemana sigue 'congelada'.

"Aunque cualquier cifra positiva de crecimiento procedente de Alemania es muy apreciada en estos días, el aumento trimestral sigue siendo demasiado pequeño para poner fin al prolongado estancamiento del país", echa enseguida un jarro de agua fría Carsten Brzeski, economista jefe de ING y habitual 'médico' del 'enfermo' alemán. "El informe del PIB de hoy dibuja una imagen de lo que podría haber ocurrido de no haber sido por la explosión arancelaria del presidente estadounidense Donald Trump: una economía que toca fondo y pasa por un débil repunte cíclico, pero que podría cobrar impulso con el estímulo fiscal anunciado", dibuja el analista.

Alemania lleva varios años sufriendo la débil demanda global, el corte del suministro energético ruso, el exceso de regulación y la escasez de trabajadores cualificados. Sin embargo, hay esperanza a largo plazo gracias a los planes del nuevo gobierno de invertir cientos de millones de euros en reforzar la defensa y la infraestructura.

Precisamente en la jornada en la que los socialdemócratas del SPD han aprobado a nivel interno el acuerdo con los conservadores de la CDU para formar el gobierno encargado de desplegar el masivo estímulo fiscal anunciado (medio billón de euros en infraestructuras y 'barra libre' en defensa), este salto en el PIB se antojaba un optimista punto de partida para el Ejecutivo que encabezará Friedrich Merz. Pero la amenaza arancelaria de Donald Trump desde la Casa Blanca, aunque sosegada con una pausa de tres meses e intentos de negociar con China, pesa demasiado. Especialmente para una Alemania que ha recogido sus mejores frutos de su capacidad para exportar bienes de alto valor añadido (en la mente de todos están sus prestigiosos automóviles).

Según Brzeski, este patrón de una Alemania que toque fondo y se recupere cíclicamente a lomos de este ambicioso estímulo aún podría desarrollarse, pero es probable que se materialice mucho más tarde. "En cambio, los aranceles estadounidenses, la elevada incertidumbre y los cambios fundamentales en el comercio y la geopolítica pesarán sobre las perspectivas económicas a corto plazo de Alemania", señala.

Con el reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) telegrafiando para este 2025 un puro estancamiento de la economía alemana aún candente, escenario 'comprado' también por el Gobierno en funciones, desde ING admiten que el repunte del PIB en estos tres meses "no elimina el riesgo de que la economía alemana siga en recesión -aunque pequeña- por tercer año consecutivo, por primera vez en la historia". El propio presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, se ha sumado a estas advertencias de un tercer año de contracción del PIB debido a las consecuencias de las políticas comerciales de Trump, sobre todo por los aranceles a los automóviles, 'joya de la corona' de la industria germana.

Escepticismo con el bazooka fiscal

"Ahora que el nuevo gobierno alemán está tomando forma y debería empezar la semana que viene, arreglar la economía debería seguir siendo una de sus prioridades", insta un Brzeski que advierte a los nuevos gobernantes: "Las medidas fiscales por sí solas -por impresionantes que sean- harán muy poco por mejorar la competitividad de la economía. Una infraestructura moderna es esencial para una de las mayores economías del mundo, pero no impulsa intrínsecamente la innovación, la transformación del sector o nuevas oportunidades de crecimiento".

Más escéptico aún se muestra Jörg Krämer, economista de Commerzbank. "Es improbable que la economía alemana se encamine hacia una recuperación sólida y duradera. El Bundestag (cámara baja del parlamento) ha aprobado un programa fiscal que, durante los próximos 12 años, representa un enorme volumen del 3% del PIB. Se espera que esto genere un mayor crecimiento, especialmente en 2026 (pronóstico: 1,4%), aunque buena parte del gasto adicional genera un aumento de precios debido a la escasez de mano de obra cualificada. Sin embargo, no es probable que el programa fiscal se traduzca en un crecimiento permanentemente mayor en los años siguientes", subraya en un informe para clientes.

Mirando a los nuevos dirigentes alemanes, el analista de Commerzbank le espeta que muchas empresas alemanas echan de menos un nuevo impulso en la política económica tras años de pérdida de competitividad. La crucial reforma del impuesto de sociedades, por ejemplo, no se abordará hasta 2028, siempre que se garantice la financiación, pone de relieve. Muchas empresas también esperan señales claras sobre la reducción de la burocracia y la limitación del drástico aumento de los costes laborales no salariales, agrega el experto.

Incluso un escenario en el que Trump limara los aranceles tampoco brinda un optimismo exorbitante. "Si Trump finalmente redujera los aranceles de importación de bienes de la UE al 15%, esto reduciría el PIB alemán aproximadamente un 0,5% en dos años, según nuestras estimaciones. La economía alemana, orientada a la exportación, se vería significativamente afectada, especialmente por el riesgo de que los aranceles de represalia y el proteccionismo se extiendan a otros países", rubrica Krämer.

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