Evasión

Cómo saber si un alimento está caducado solo con mirarlo, según la ciencia

Para saber si un alimento es apto para el consumo lo ideal es guiarse por la fecha de caducidad o consumo preferente, que, aunque parezcan lo mismo, tienen una diferencia clara. Sin embargo, la ciencia alimentaria ofrece varios indicadores visuales y sensoriales que pueden ayudarte a saber si un producto aún es comestible, incluso si ha pasado su fecha.

Organismos como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), y organizaciones internacionales como la FAO y la OMS, han estudiado cómo ciertos indicadores visuales y sensoriales pueden alertarnos sobre el estado de un alimento.

Por ejemplo, el cambio de color, la aparición de moho, una textura viscosa o un olor agrio pueden ser señales evidentes de deterioro. En productos frescos como carnes o pescados, una tonalidad extraña o un olor fuerte y desagradable suelen asociarse con el desarrollo de bacterias de descomposición. En productos envasados, el hinchamiento del envase es un signo claro de fermentación microbiana, lo que podría representar un riesgo serio para la salud.

Sin embargo, no todos los patógenos alteran visiblemente el alimento. Algunos microorganismos peligrosos, como la Listeria monocytogenes o el Clostridium botulinum, pueden crecer sin generar olores ni cambios perceptibles. Por eso, se distingue entre alimentos con fecha de "caducidad" -donde el riesgo para la salud puede ser real tras esa fecha- y aquellos con "consumo preferente", donde, si el alimento mantiene buen aspecto, olor y sabor, todavía puede ser seguro.

En el caso de este último indicador, señala el momento hasta el cual el alimento mantiene su calidad óptima (sabor, textura, aroma), pero no implica peligro para la salud si se consume después. Se encuentra en alimentos no perecederos o de larga duración, como galletas, cereales, pasta, conservas, yogures, chocolate o café.

Estudios publicados en revistas de microbiología alimentaria, como Journal of Food Microbiology, han confirmado que muchas bacterias productoras de mal olor o cambio de textura suelen desarrollarse antes de que el alimento sea peligroso para consumir. Aun así, el principio de precaución se impone: si hay duda, es mejor no arriesgar.

En definitiva, la ciencia respalda el uso del sentido común y los sentidos -vista, olfato y tacto- como herramientas válidas para evaluar el estado de un alimento, especialmente si se trata de productos con "consumo preferente". En los productos perecederos, visualmente perfectos pero caducados, el riesgo puede ser invisible.

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