Evasión

Crítica de 'Adolescencia' (Netflix): cuatro capítulos, cuatro planos secuencia y cuatro bofetones de realidad incómoda

Adolescencia (Netflix) dura cuatro capítulos y está rodada en solo cuatro planos secuencia. Uno por episodio. No hay cortes y cada entrega (una hora) se convierte en una función teatral perfecta. Una coreografía tan brillante como amarga para dar al espectador cuatro bofetones de realidad incómoda. Cuatro andanadas para poner al público a reflexionar ante esos problemas que siempre están ahí, muchas veces en la casa de al lado, pero a los que nadie quiere mirar de frente. Se vive mejor cuando uno se pone de perfil y cruza los dedos para que no le toque. Y si quieres seguir evitándolos, también los spoilers, es mejor que no sigas leyendo.

Adolescencia es la historia de una familia normal que salta por los aires cuando el hijo, un adolescente de 13 años también aparentemente normal, es acusado de asesinato. El golpe que ellos reciben a primera hora de la mañana es tan fuerte como el que te llevas tú, porque la serie te agarra por el pescuezo desde el primer minuto y no te deja respirar hasta que acaba ese primer capítulo angustioso. La coreografía comienza cuando la policía irrumpe en casa para llevarse al chaval y sigue con su traslado, el internamiento, la burocracia, las dudas, el interrogatorio, las pruebas, las mentiras y la desesperación de una familia que pensaba que lo más interesante que le iba a pasar ese día era poco más que elegir el tipo de cereales con el que iban a desayunar en casa. Pero hay veces que el destino se rebela y tu vida cambia para siempre. Sin avisar ni dar los buenos días.

Travesía escalofriante por el cerebro de un adolescente llevado al límite

Lo importante de Adolescencia no es la investigación policial. No estamos ante un thriller, porque todo queda bastante resuelto cuando el espectador puede coger aire por primera vez. Adolescencia es un drama personal, familiar y social en el que se mezclan los traumas individuales, las frustraciones domésticas, las relaciones tóxicas entre padres e hijos, el machismo y un problema al que nadie pone solución: el bullying en los colegios, donde muchas veces han mirado para otro lado. Cosas de niños, se decía antes, hasta que las consecuencias son tan terribles como en Adolescencia y entran las prisas para revisar un sistema fallido que, cuando se revuelve, deja demasiadas víctimas, entre los muertos y los que luchan por seguir adelante.

Si en el primer capítulo el espectador descubre lo que ocurre al mismo tiempo que esa familia desconcertada, en el segundo conocemos la realidad de la escuela a la vez que esos policías que buscan respuestas. Y hay sorpresas. En el tercero, asistimos a una genial representación de la perversión de la mente en un cara a cara inmenso entre la psicóloga que asiste al chaval y el joven Jamie Miller. Cincuenta minutos de travesía escalofriante por el cerebro de un adolescente llevado al límite por un impresionante Owen Cooper, disociado entre un niño que se muere por un chocolate con nubes y un psicópata.

Adolescencia (Netflix)
Adolescencia (Netflix).

La reflexión que plantea esta serie británica, la gran sorpresa de Netflix y la más brillante que se ha estrenado en este 2025, va más allá de quién es el culpable o qué pena merece. Pensamos en la educación, lo que se espera de los hijos, el fracaso familiar, los errores del sistema, las dificultades para detectar los problemas a tiempo, de qué manera se sigue haciendo la vista gorda con el acoso, por qué juzgamos tan rápido, por qué no entendemos al de al lado, por qué no somos empáticos o por qué tenemos una visión tan corta y estrecha para problemas que requieren de una perspectiva más amplia.

El cuarto capítulo es una representación cruel de la desesperación de unos padres -Stephen Graham lleva toda la carga dramática- que no encuentran respuestas. Y lo peor es que están condenados a no recibirlas. Pero también es una lección de cómo el ser humano siempre intenta buscar una rendija por la que entre algo de luz para adaptarse e intentar por sobrevivir a lo que sea. Incluso a esa vecina que ve los problemas pasar de largo... Hasta que le toque a ella.

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