Siempre volcada en todo lo que cree, Fabiola Martínez es hoy una de las protagonistas de la campaña 'Quiero verte envejecer' que Ausonia ha lanzado en su lucha por la investigación contra el cáncer de mama. Junto a la hija de su ex marido Alejandra Osborne, Almudena Cid y Paloma del Río, la venezolana se ha colocado el famoso pañuelo rosa en señal de apoyo a las que pasan por esta enfermedad.
Con una sinceridad que apabulla y un relato sereno y real, Fabiola se abre como nunca y sólo puedo agradecer su entrega y confianza. Hablamos de todo y por su orden y dejamos las líneas rojas para otros. A sus 51 años está en ese momento de la vida donde ya sabes qué piedras no pisar. Lo que iba a ser una cita de apenas unos veinte minutos se convierte en más de una hora de conversación que sólo se corta porque otros compromisos nos impiden seguir otras tantas horas de preguntas y respuestas mientras cae una botella de litro (de agua) y una cañita con olivas.

Envejecer es sinónimo de seguir vivo y eso lo han captado muy bien en Ausonia con el fin de conseguir fondos para la investigación contra el cáncer de mama. ¿En su caso cómo lleva lo de envejecer?
Hay veces que cuando me miro al espejo me pregunto si voy a ser siempre coherente con mi gusto por lo natural aunque confieso que las arruguitas dan cierta inseguridad. Lo importante es darse tiempo. Evidentemente quiero envejecer. Esta campaña habla precisamente de la suerte de llegar a viejo, pero vivimos con un bombardeo continuo de publicidad para luchar contra la vejez que al final se crea un concepto erróneo de lo que realmente supone.
¿Qué ha ganado con los años?
Me encanta que me pregunten mi edad. Tengo 51 para 52 y lo digo feliz. Cuando pienso en todo lo que he aprendido en este tiempo, en mi crecimiento personal, en el recorrido vivido… Es fundamental tener conciencia de todo lo que haces y hay que parar para ver lo que has avanzado.
¿Qué queda de la Fabiola que llegó a España con 21 años como modelo?
Lo bueno de vivir el momento es que ves las oportunidades ya que si lo planificas y no sale lo que suele pasar es que te frustras. Yo vine a España a probar, sin planes de instalarme o no. De esa Fabiola te aseguro que queda mucho. He sido una superviviente porque me he buscado la vida pero con los años me he reafirmado más en mi forma de ser y hoy me gusta lo que soy. Cuando eres más joven intentas agradar a todos pero a mi edad ya no escuchas ni haces caso a tantos consejeros que opinan lo que debes ser o hacer.
"Era tan cateta que no sabía ni abrocharme el cinturón"
¿Piensa que está en su mejor versión?
No lo creo porque siempre puedes mejorar, pero confieso que estoy en un buen momento. Me doy mi espacio, mi tiempo, me quiero, me acepto, pero sin estancarme. Estoy pasando por un proceso junto a una profesional de la salud mental para entender viejas heridas que arrastro y que creía que no me afectaban. En cuanto rascas un poco entiendes que muchas de tus decisiones o manías vienen influenciadas por esas heridas o traumas.
Efectivamente su vida no ha sido un camino de rosas aunque pueda parecer lo contrario. Todo cambio tras conocer a su ex marido Bertín Osborne y entiendo que asumir la enfermedad de un hijo es un hito que marcó un antes y un después.
Y muchas otras cosas de la vida que no se saben. La gente me conoce a partir de Bertín y lo entiendo. Siempre digo que convertirse en la madre de Kike, esa madre que la gente me dice que admira, te aseguro que no surgió de golpe nada más nacer mi hijo. Detrás hay un trabajo de resiliencia, de adaptarte a las circunstancias, vivir el momento, no tener expectativas… Vengo de un entorno familiar con muchas limitaciones económicas y te aseguro que todo lo que me ha llegado en la vida ha sido mucho porque partía de cero. Cuando empecé a vivir con Bertín fue un cambio enorme a mi vida en Venezuela pero también es verdad que dejé mi país a los 21 años y cuando nos conocimos ya llevaba cuatro años trabajando sin parar como modelo. No era Nieves Álvarez pero hacía mucha publicidad con un montón de marcas. Los cambios al final no son tanto por el estatus sino por la evolución de cada uno. Yo vine sola, me he enfrentado de forma valiente a las cosas. Piensa que mi primer avión lo cogí con 19 años para participar en "Miss Venezuela". Era tan cateta que no sabía ni abrocharme el cinturón de seguridad. Pero en muy poco tiempo aprendí rápido y mi vida cambió.
¿En qué puesto quedó?
En ninguno importante, pero entendí que acudir al certamen era una ocasión muy buena para poder trabajar. Por entonces estudiaba Medicina y opté por aparcar los estudios porque necesitaba ganar dinero. Hasta entonces hacía trabajos de azafata de congresos para ayudar a los míos y precisamente así fue como me descubrieron para ir al concurso. Todo el aprendizaje, el bagaje, la seguridad que tenía en mí misma por haber conseguido mis retos me sirvieron para tener fortaleza cuando nació Kike y entender que debía plantar cara a la nueva situación y resolverla. Fue muy duro, nada fácil. Me hice muchas preguntas, me cuestionaba por qué me había pasado a mí hasta que entendí que había una personita que me necesitaba y tenía que centrarme.
El día que decidió terminar su matrimonio con Bertín también decidió que no iba a pedir una compensación económica ni nada parecido. En cierto modo se fue como llegó.
Bertín no me ha dado nada. Por supuesto se ocupa de los niños y en ese sentido ha sido muy generoso porque quería que estuviéramos en un sitio confortable y cómodo sobre todo por Kike.

¿Pero usted tiene una casa propia al menos?
Tengo un piso que he comprado con mi dinero. Al principio no ahorraba hasta que descubrí que lo de las cosas en común no funcionan y menos cuando hay dos niveles de vida tan distintos. Nunca hemos tenido cuentas en común ya que cada uno tenía la suya. Para que lo entiendas nunca he tenido una tarjeta de la cuenta de Bertín. Yo iba a la compra y pagaba yo y luego reponía con lo que iba trabajando. Es verdad que muchos de esos trabajos los he conseguido por estar con Bertín pero también que tenía un nivel de vida más alto precisamente por estar con él. Cuando descubrí que tenía que empezar a pensar en mí cambié el sistema y empecé a ahorrar. Antes de casarme ya compré la casa de Maracaibo donde vivían mi padres y ahí sigue. Después adquirí un pisito en Madrid y luego un segundo. Son míos y ahora tengo en uno a mi hermano con su familia y en otro a mis padres. Yo sigo pagando las hipotecas y cumpliendo con todos mis deberes.
¿Cree que hizo mal en ese acuerdo de divorcio?
Para nada. Siempre he tenido claro que lo mío es lo que yo me gano. Bertín conmigo o sin mí generaba dinero y eso era suyo. Otra cosa es que cuando estábamos juntos me haya cuidado pero nunca se ha dicho que algo fuera para mí.
En su divorcio lo que sí quedó claro es que se quedaba al cuidado de sus hijos que viven con usted en Madrid.
Bertín se involucra mucho con nuestros hijos. Mira el otro día vino desde Sevilla para acudir a una reunión del colegio y es que se esfuerza por participar en todo lo que puede. Siempre que viene a Madrid pasa a verlos y los veranos sí está más tiempo con ellos. Piensa que es en vacaciones cuando pueden disfrutar juntos y no sólo el fin de semana además desplazar a Kike hasta Sevilla para dos días es mucho jaleo.
¿Y usted como está?
Bien y algo agotada. Estoy metida en muchos proyectos profesionales y trabajándome por dentro para cambiar hábitos o referencias erróneos que tenemos por costumbre y que debo modificar. Siempre he sido muy de poder con todo y ahora veo que no es sano. Se trata de encontrar el equilibrio y aceptar que no puedes llegar a todo y que la autoexigencia puede ser un arma de doble filo. Es cierto que la motivación y la tenacidad logran conseguir lo que te propongas, pero a mis 51 años estoy aprendiendo a identificar mis límites. Soy inquieta por naturaleza, pero hay que relajar.
¿El divorcio le ha dejado huella a la hora de volver a enamorarse?
No tengo ninguna herida en ese aspecto.
Igual hasta tiene novio y no me he enterado…
Mira sólo te digo que hambre no paso (risas). Lo que ocurre es que ahora mismo no soy una buena pareja porque estoy en una fase muy egoísta y a poco que tiren de mí digo que no porque no quiero perder ni un minuto en pensar si se ha molestado por no contestar un mensaje o por si llevamos una semana sin vernos… En el fondo también es porque no estoy enamorada. En eso soy honesta y no me gusta engañar.
El próximo 28 de noviembre presentan el nuevo nombre de la Fundación Bertín Osborne.
Para nosotros va a ser un día muy importante porque va a pasar a llamarse Fundación Kike Osborne. En enero mi hijo cumple 18 años y es el alma y el combustible de todo. Al principio pusimos el nombre de Bertín porque era un gancho pero siempre pensamos que nuestro hijo se merecía llevar ese título.
¿Cómo le ha sentado a su hijo ese cambio?
Es difícil saber exactamente como lo interioriza pero cada vez está más participativo. La última vez que acudimos con él a una campaña mi madre le animó a que posara muy recto delante de los medios y cuando llegó el momento Kike supo estar muy firme mientras posaba. Creo que cuando se convierte en el centro de atención adquiere más conciencia y sé que ese día lo va a disfrutar.
Supongo estarán todos arropándole.
El año pasado Bertín no pudo acudir, pero esta vez ya le avisé con tiempo para que no se lo pierda. También vendrán las niñas (las hijas de Bertín), para mí siempre serán las niñas, y estaremos toda la familia junto a Kike.
Hablando de la familia precisamente hay un miembro más que es el hijo de Bertín y Gabriela Guillén. ¿Les ha explicado a sus hijos que tienen un nuevo hermano?
Ya hablan los medios suficiente y obviamente mi hijo Carlos se entera de todo lo que sale publicado. Te confieso que yo no he hablado de eso con mis hijos porque es un tema que corresponde a su padre y no es mi responsabilidad. Si Carlos me viene con una preocupación o duda como madre siempre voy a estar para lo que necesite, pero ellos toman sus propias decisiones y no puedes forzar nada. Mi relación con sus hijas surgió de forma natural. He podido crear unos lazos y no imponer un cariño. Al final as se forjan las relaciones y creo que aún vivimos con ciertos conceptos arraigados de forma errónea como pensar que la sangre es un vínculo de unión de por vida. Pues no. Hay padres que matan a sus hijos y viceversa o hermanos que se enamoran.
Pero no dejan de ser cosas monstruosas…
Pero existen y más de lo que pensamos. Hay que dejar que las relaciones tengan su curso y que cada cual adopte sus decisiones. Yo confío en los valores de mis hijos.
¿No siente empatía por Gabriela que ha tenido que recurrir a la Justicia para que su hijo tenga un padre?
No conozco la situación más de lo que se sabe públicamente. Ni pregunto ni me meto. Es un tema de Bertín que no tiene nada que ver conmigo y si te soy sincera la única vez que me hizo referencia fue la noche anterior a lanzar el comunicado donde asumía su paternidad. Pero no tiene por qué decirme nada más. A Gabriela no la conozco y no sé su versión por eso opinar sin saber me parece muy osado y no me gusta meter la pata.
Ha renunciado a trabajar en televisión y eso que estaba muy a gusto en Antena 3 con Sonsoles Onega.
He rechazado ofertas de bastantes programas pero es que no me apetece. Sigo trabajando en la comunicación y el 12 de noviembre voy a dar mi primera conferencia en Valencia. Será de mi experiencia personal de superación y crecimiento para la convocatoria de la fundación "Lo que de verdad importa" y me hace especial ilusión. Creo que aporto mucho más en estos contenidos que en otros. Tengo cosas que contar que pueden ayudar y estoy trabajando en mi libro que verá la luz a principios de 2025.
No me diga que ha escrito sus memorias.
No exactamente. Hay parte biográfica porque cuento mi trayectoria, pero no es mi vida como tal sino mi aprendizaje.
¿Hablará de su matrimonio y divorcio?
No. Son otras experiencias personales de las que hablo. También estoy con idea de lanzar un podcast y hasta una línea de ropa. Reconozco que no sé estar quieta ni quedarme en el sofá viendo la tele.
¿Es feliz?
A ratos. Damos demasiado valor a esa palabra y prefiero cambiarla por la de Paz. Cada vez tengo más capacidad de generármela y dejar de machacarme con otras cosas.
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